jueves, 29 de marzo de 2012

¿Dónde quedó la caverna?


Me gusta pensar en mí mismo y en los demás como animales, como seres de las cavernas, tratando de desenmarañar quienes somos antes sin toda esta parafernalia moderna, sin todas las “reglas” que nos hemos inventado, ¿Quién es el humano en realidad?...

Y hoy me detengo en un tema sobre género:

En las cavernas, el macho cavernario era el cazador, generalmente salía en grupo con otros cazadores, quizá siempre machos, pero no dudo que algunas hembras tuvieran habilidades o gusto por cazar, lo mismo que algunos machos por quedarse cerca de la caverna (cosa que está bien, aunque no sé si en aquellos tiempos se permitiera). La caza podía durar varios días, la temporalidad y las migraciones harían que los cazadores eventualmente se tuvieran que ausentar de la caverna por varios días, a veces sin regresar, sucumbiendo ante los peligros de la caza, haciendo de los machos algo más prescindible al menos en el tema familiar. Las hembras se quedaban en la cueva, todas juntas, ayudándose unas a otras, recolectando, criando a los hijos, preparando los alimentos, confeccionando vestimentas, etc.

En la actualidad los machos igual salimos a cazar, casi siempre acompañados por otros cazadores (y cazadoras), a veces en grandes corporaciones y equipos, cazando grandes presas de las que solemos traer una pequeña parte, y otras como parte de pequeños equipos, pudiendo ser líderes o tener cargos importantes, lo cual aumenta el riesgo y por lo tanto la adrenalina, y en la mayoría de los casos también la porción de la presa. Cazamos con menos riesgos que antes, con menos emoción, por lo cual inventamos y nos gustan tanto los deportes, por la adrenalina, por la persecución y la puntería que ancestralmente ejercitábamos todos los días… si estudiamos los deportes podremos notar que todos tienen algo de esto, así que ya sea practicándolos o viéndolos, los machos ejercitamos esa primitiva parte del cazador. Las hembras de hoy a veces también salen a cazar, pero también recolectan, crían, preparan alimentos, mantienen la cueva, arreglan las vestimentas, pero a diferencia de las primitivas, han perdido la caverna, ya no hay tal, desapareció aquella gran caverna a la que volver, hay pequeñas cuevas en donde la mayoría habitan solas, se perdió aquella comunidad en donde todas se ayudaban, en donde se hacían fuertes, donde se apoyaban para poder hacer todo lo que tenían que hacer, incluso salir a cazar.

El mundo se ha vuelto loco y quizá así los machos nos hemos hecho cuasi-indispensables, teniendo nuestra propia cueva, con la hembra y la(s) cría(s) bajo nuestra “protección”. Hemos abandonado la gran caverna, a veces sin ser capaces de mantener nuestra propia cueva sin tener a la hembra como esclava (y cazadora a la vez), pero las hembras han sido tan … (no sé qué adjetivo entraría aquí) como para dejarse cambiar la vida y no volver a su comunidad, a su naturaleza, a su fuerza y a su poder. Y no es que no deban salir a cazar, solo es que si lo notan y nos quitamos los conceptos machistas y feministas, nosotros seguimos siendo los mismos, ustedes son las que han perdido.

Para bajar el tono, les dejo un video que habla de un concepto profundo de la relación hembra-macho



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