lunes, 25 de febrero de 2013

Experimentando

Hace tiempo que no escribía… no por falta de ideas, lo que me falta es tiempo…
Pero he recibido un correo que me ha impulsado a volver a darme unos minutos para hacerlo, Gracias Babar!
Estos últimos días la vida se me ha puesto intensa, como cuando el agua comienza a hervir, y es ese momento cuando hay que poner las cosas a cocer y para no mezclar demasiados temas, me centraré en el tema más intenso de la semana, un debate en TV sobre experimentación en animales.
Para no hacer más largo el texto, me saltaré toda la historia sobre como llegué ahí, el punto es que me fue muy mal, me trabé, no pude argumentar gran cosa, y no por no tener argumentos, tuve ayuda de gente experta como Fabiola Leyton y Arturo González, amigos interesados por los animales que saben sobre el tema, pero soy alguien que tiene que entender las cosas de fondo, a ras de tierra y al parecer no  llegué a ese punto para cuando llegué al debate, lo cual me dejó sin guardia y salí bastante mal parado.
Para aquellos que no conozcan sobre el tema, sería bueno comenzar por definir la experimentación animal: 
La experimentación en animales vivos (vivisección) es una práctica común de la ciencia para lograr diversos resultados en 5 grandes áreas:
  • ciencia básica (fisiología, nuevas terapias, genómica, proteómica, neurociencias, etc.);
  • experimentación química (toxicología),
  • experimentación médico-farmacológica (nuevos medicamentos, educación y entrenamiento quirúrgico, xenotrasplantes, etc.),
  • experimentación cosmética (toxicidad, alergias, etc.)
  • experimentación militar (radiación, venenos, armas, explosivos, etc.).

Los experimentos en que son usados los animales en escuelas (de todos los niveles) y universidades, laboratorios médicos, farmacológicos, cosméticos y militares, son fuente de controversia, por lo que implican para estos seres vivos: inseminación artificial y manipulación hormonal, intoxicación o envenenamiento por diferentes vías (dérmica, nasal, estomacal, intravenosa, etc.), diferentes procedimientos quirúrgicos más o menos invasivo, muchos de ellos realizados sin anestesia, y con ausencia de analgesia post-operatoria, quemaduras, provocación de heridas superficiales, medianas y profundas, trasplantes de órganos, inoculación y/o inducción de diferentes enfermedades, falta de libertad y sujeciones forzosas, restricciones de alimento, agua y/o descanso, aislamiento social, separación de los grupos familiares, son algunos de los procedimientos rutinarios de los laboratorios, que en mayor o menor medida, implican un gran sufrimiento psíquico o físico.
En mi investigación escuché muchos argumentos sobre la historia de la experimentación, no solo en animales, también en humanos, cosas impresionantes, casos poco conocidos, con los que ahora nos horrorizamos, cosas prohibidas, reprobadas por todos. Leí sobre los movimientos de defensa de los animales, sobre los “logros” que han obtenido y sobre las respuestas de la industria ante ello, siendo los más importantes hasta ahora, las 3 “R”, Reducción (del número de animales usados), Refinación (de los métodos utilizados) y Reemplazo (de los animales por otros modelos), cuestión que sigue considerando a los animales como seres inferiores y nos sigue otorgando el derecho a decidir por ellos y usarlos cuando nos convenga.
En el debate se me argumentó que la experimentación en animales es beneficiosa para el hombre, se afirma que sin la experimentación en los animales no contaríamos con los avances médicos que hay ahora… y es cierto. Se me increpó por ser puramente emocional, se me pidió dar más datos y para cerrar con broche de oro, al final me hicieron una pregunta: si mi hijo enfermara ¿le daría una medicina experimentada en animales?.
Comenzaré por el final… Respondí que sí, le daría la medicina, ya está hecha (no suelo usar medicinas, ni para mí, ni para él, pero llegado el caso, se la daría), << ¿entonces porque no comerte al animal si ya está muerto?>>... no tuve la experiencia para calmarme y responder como lo hace mi amigo Israel Arriola (quien fue operado de los nervios para nunca exaltarse). De haber logrado hacerlo, lo hubiera hecho con la siguiente analogía: Si las pirámides fueron construidas por esclavos y las admiramos, o si viviéramos en una ciudad construida por esclavos y aun sabiéndolo seguimos viviendo en ella, ¿significa que aprobamos la esclavitud?, ¿deberíamos destruir las pirámides y la ciudad?, que yo consumiera una medicina que ya pasó por ese proceso hace tiempo no significa que lo apruebe, pero no se puede regresar el tiempo! Es solo que ya no es necesario seguir con ello.
Para quien no sepa de historia, le cuento que los nazis experimentaron con humanos (paradójicamente prohibían la experimentación en animales), y gracias a ello se lograron muchos avances científicos (médicos, químicos, toxicológicos, médicos, farmacológicos y militares), experimentaron sobre reproducción y esterilización, sobre traumatismos, trasplantes y muchísimas cosas más. Específicamente todo lo que hasta la hoy sabemos sobre hipotermia, lo sabemos gracias a sus experimentos hechos con humanos…  entonces, por ser incorrecto ¿quemamos sus libros y aprendizajes?, ¿borramos de nuestra memoria lo descubierto y empezamos de nuevo? Hoy sabemos que no es ético experimentar en otras personas (sin su consentimiento), sea cual sea su condición (recordemos que comenzaron por experimentar en discapacitados mentales por ser “inferiores” e innecesarios).
Se me recordó que el 90% de los animales usados en experimentos son ratas, queriendo con ello minimizar lo cruel de esta práctica, apelando a la poca simpatía de la que gozan estos roedores. Pero no porque a la mayoría de las personas le gusten más los perros o los monos que las ratas esto se vuelve justificable. Ellas comparten con los perros, con los monos  y con nosotros (y con casi todos los animales), un altísmo porcentaje de su genética, ¡somos muy parecidos!, ¡y sienten!, y eso es suficiente, nadie merece ese trato (lo repetí mil veces en el debate)… se me dijo que un mal para pocos (o menos inteligentes) representa un bien para muchos (o más inteligentes)… ¡pero ese argumento justificaría los experimentos perpetrados por los científicos Nazis!
Y entiendo que mi postura les pareciera emocional, creo que hablamos de una ética diferente, el paradigma es la ética Kantiana y desde ese punto es difícil entender una ética incluyente (con los animales), son lenguajes distintos, creo que comprendo su ética porque es parte de la mía, pero la mía excede la suya. Y para todos aquellos que coinciden con esta ética en la que el hombre es el centro del universo y lo demás está para nuestro aprovechamiento, el que alguien quiera incluir a los animales, que no piensan como nosotros, que no hablan, que “no son inteligentes” está fuera de la realidad, todo acto está justificado si nos representa un beneficio a los humanos.
La ética ha evolucionado con el tiempo, primero importaba la supervivencia y bienestar propio, después los de la comunidad, después los del género masculino, después los de todas las razas, después los de ambos géneros, después los de los niños, adultos mayores, discapacitados, homosexuales (y diversas preferencias sexuales) y demás, y así poco a poco, lo que antes no pertenecía a nosotros (como grupo), ahora lo hace, y hoy todas las personas somos considerados iguales, pero no olvidemos que hace no muchos años esto no era así y solo algunos lo cuestionaban, y así hoy nosotros cuestionamos la diferencia que se hace con los animales, y sabemos que algún día serán vistos como parte de nosotros y nosotros como parte de ellos, de un mundo que compartimos y que tenemos derecho a disfrutar por igual.
Sobre los datos que me pedían, puede haber muchos, pero al final mi tema de discusión es la ética, de nada sirve rebatir que me digan que gracias a la experimentación animal existe la penicilina y demás medicamentos, y que yo responda que hay muchos ejemplos de experimentos que han resultado “exitosos” en animales y que nos han causado daños a los humanos (Ej. La Talidomida se probó por años en animales y al considerarse “aprobada”, se usó en humanos, provocando más de 12,000 niños nacidos con deformidades. Te invito a “googlear” las listas de medicamentos prohibidos por la OMS, todos ellos fueron probados en animales y después de años usándolos terminaron siendo prohibidos por causarnos daño.
Te invito también a pensar en lo que hace funcionar a la industria:
Los experimentos en animales los hacen industrias que con ello lograrán patentes, que a su vez les reportarán grandes beneficios económicos. Podríamos pensar que de cualquier modo es necesario y debemos agradecerles. Pero ¿no son las mismas medicinas las que nos curan de una cosa y nos enferman de otra? ¿No son todos los químicos en nuestros alimentos los que nos provocan estas enfermedades? ¿Has leído las etiquetas de tus alimentos? ¿Cuántas cosas tienen que ni siquiera podemos pronunciar ni sabemos de dónde vienen (y menos que causan)? ¿No te parece que nos están creando las enfermedades para después vendernos las curas? ¿Merecen entonces nuestro agradecimiento y confianza?
Decía Hipócrates (el padre de la medicina): “Que la comida sea tu alimento y el alimento tu medicina”, sobre ello, te recomiendo investigar y comer lo más sano y natural, verás que necesitas menos medicinas, que te conservas mejor y que no será necesario experimentar con más animales.
Te invito también a usar productos no probados en animales,  cosméticos y de limpieza, a dejar las cosas que te hacen daño, engaños que hacen funcionar a esta gran maquinaria que vive de nuestras enfermedades y para ello toma nuestras vidas y las de tantos animales.
Y me replanteo la última pregunta del debate: 
Si mi hijo estuviera enfermo y para tener la “posibilidad” de curarlo debiera torturar animales ¿lo haría?
¡NO!, porque tampoco aceptaría que torturaran o experimentaran en mi hijo para curar a alguien más poderoso o más inteligente.

Caricatura realizada por Arthur Johnson
3 Septiembre 1933