viernes, 6 de julio de 2012

El corazón roto

Hoy mi día ha empezado diferente a todos los demás… empezó con el corazón roto.

Hace unas semanas mi papá me pidió hacer unos exhibidores para vender pulseras y collares. No puse mucha atención y entre todo el ajetreo del día a día logré sacarlos más por presión y compromiso que por ayudar… Connie (su novia) es maestra y en uno de sus trabajos, da clases en un centro de atención múltiple, una escuela para personas con discapacidad. También le hice un tríptico para una exposición en donde colocarían los exhibidores para vender las pulseras y collares que esas personas hacen. Llegó la expo, vendieron todo (a precios irrisorios) y quedaron muy contentos al ver que su trabajo rendía frutos.

Hoy terminó su ciclo escolar y tuvieron su ceremonia a la cual fui invitado.

En cuanto llegué comencé a sentir el corazón estrujado, pensaba en Paolo, en que está sano, en que está “completo”, y no podía contener las lágrimas. Creo que todos conocemos ese sentimiento de querer contener el llanto, limitando la respiración mientras sentimos ese “nudo en la garganta”. De cualquier modo no podía contener una que otra lágrima, ¡y aún no empezaba!, y no quería llorar frente a todos esos papás que tienen a esos niños, sería como decirles que los compadezco y no es así.

Hicieron honores a la bandera, todos felices, todo tipo de discapacidades, unas visibles, otras no tanto, pero repito: todos felices. Recordaba a mi mamá, que me llevaba a una casa hogar a jugar con los niños con parálisis cerebral, yo jugaba con un chico llamado Rafa, no podía moverse, así que lo llevaba corriendo en su silla de ruedas por los pasillos y él se carcajeaba y su felicidad me sorprendía, ¡estaba postrado en una silla, sus cuerpo no le obedecía, no podía hacer nada por sí mismo y era feliz! Una vez iba a jugar luchas con un niño llamado Gerardo, le quité la máscara de Octagón, me la puse y casi me desmayo por el INTENSO olor a saliva seca…, así muchas experiencias más, mi mamá siempre ayuda a gente que lo necesita y es un ejemplo para mí. Recordaba que cuando hacía mi proyecto final de universidad relacionado con la parálisis cerebral en APAC, le regalé un chocolate a una chica que estudiaba ahí, era muy guapa y era TAN feliz que hasta me pasaba por la mente si podría hacer mi vida con alguien así.

De nuevo en la escuela, pensaba en que si por algo tuviera que hablar frente a los asistentes no hubiera podido articular palabra, hubiera querido decir que soy un discapacitado emocional, que no puedo contenerme. Pero afortunadamente no tuve que hablar, me dieron un diploma por ayudarlos y al terminar la ceremonia un chico (que calculo de unos 20 o 30 años) se acercó a mí, me saludó y me abrazó… un abrazo fuerte, de niño, que espero nunca olvidar. Con señas y algunas palabras ininteligibles me hizo entender que quería que fuera con él y me llevó a ver la mesa en donde estaban los exhibidores con pulseras y collares, después desapareció…

Después pasamos a un salón, los niños en su mesa de trabajo, Connie dirigiendo el cierre del curso y los papás (y colados) observando. Le dieron diplomas a cada uno de ellos, algunos gritaban, otros reían felices, una chica parecía rezar de la emoción pidiendo ser ella la siguiente en ser nombrada, o pidiendo que todo saliera bien para todos, otra lloró de emoción cuando le entregaron sus diplomas. De nuevo me agradecieron (por un trabajo que hice sin haberle puesto el corazón que merecía) y Connie abrió una caja con el dinero de lo que vendieron en la expo. De ahí me dieron dinero para hacerles un mueble, ahora me comprometo a hacerles los muebles que pueda, pero ellos querían pagarlo, me lo dio una niña sorda, muda y con problemas motrices, con otro abrazo largo y de corazón. Y a cada uno le dio un sobre con dinero… su trabajo les produjo dinero, fueron útiles!

Después tomé fotos con las cámaras de los papás y listo!, a trabajar…

El camino de regreso fue largo, con la cabeza revuelta, pensando en Paolo, en los papás de esas personas, en mi mamá, en mi papá y en Connie. Pensando en que mi corazón estaba roto, y que gracias a ello podían entrar todos esos sentimientos, es como si un caparazón se agrietara y por esas fisuras pudiera verse el interior.

Pensaba en lo ciego que soy, en la relatividad de los problemas, en la fortuna que tengo, en que desde cierto punto de visto todos estamos incompletos, pero pocos saben ser felices con ello, siempre vemos lo que nos falta y no lo que tenemos: vida y oportunidades.

Pensaba en escribir, pensaba en todos aquellos que no ayudan a nadie más que a sí mismos, que no sirven a nadie. O que sirven muy poco. Todos tenemos la capacidad de servir, de llenar esos salones de cosas, de muebles, de materiales para que puedan aprender mejor. Puede que mis causas no le interesen a nadie, que vean a los animales que defiendo como objetos para el uso humano, o a estas personas como protagonistas del Teletón cada Diciembre, pero hay mil formas de servir al mundo, hay ancianos, niños sin escuela, sin oportunidades, sin comida. Hay gente con enfermedades que necesita muchas cosas (entre ellas amor), etc.

No teman que su corazón se rompa, duele, pero por esas fisuras entrara vida, ideas y seguro será más fuerte, quedará al rojo vivo como está ahora el mío, igual sigue doliendo, y espero que siempre lo siga haciendo, porque me hace sentir vivo.

Si no quieres que tu corazón se rompa, porque no crees que pueda soportarlo, al menos ayuda desde afuera, dona lo que puedas, cosas, trabajo o dinero, si todos tuviéramos la costumbre de donar un 10% de nuestros ingresos a alguna causa el mundo sería distinto. Hay gente que dedica su vida a ayudar, con ese dinero podrían hacerlo mucho mejor.

Si este escrito te movió, por favor compártelo, no es necesario que me des el crédito, no me interesa, con que alguien ayude a una causa, a que el mundo sea mejor, ya estaremos ganando todos.




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